jueves, 7 de abril de 2011

Efecto mariposa

Todo empieza sin saberlo, una simpleza, un simple aleteo que desencadena el caos.

El día empieza bello, el sol ya brilla y unos 12 grados te indican que hará un perfecto día primaveral. 
Te has levantado como una flor, no como la mierda que eras el sábado a las tres de la tarde. 
Disfrutas de tu desayuno con café, zumo, leche, da igual. 
Sales a la calle, y ves venir el bus, lo pierdes. No pasa nada, no tienes prisa, la clase es un coñazo.
Llegas a clase tarde, todos te miran, sí, ella también. Le gustas.
Te enteras de un examen para la semana siguiente. No hay problema, hay tiempo. Además hay que leer un libro, bueno, de peores hemos salido.
Se acabaron las clases (a las que vas), solecito, cerveza y bravas. Alguno con alergia o las primeras avispas.
Vuelves a casa, el bus va hasta arriba, la gente encabronada, uno te pisa, te mira como si fuera tu culpa, puto amargado, sé feliz.
En casa vuelves a tu cuarto, tu hábitat. En el comedor Sálvame, esos gritos...tienes que cerrar la puerta del salón y la de tu cuarto. Cualquier precaución es poca.
Trabajas en el ordenador, lo lógico es que se cuelgue cuando estás a punto de acabar y por supuesto, no lo has guardado. El mosqueo es tremendo.
Llegas caliente a la cena, sin saber cómo acabas discutiendo con tus padres. No repites postre y te piras
a la ducha.
Qué momento, agua caliente, la soledad, cantando la canción del día y de repente, agua fría. Explotas, a la mierda todo, a la mierda el día, a la mierda tú.


¿En qué momento se torció el día? ¡Maldita mariposa! 
¡Vuela hija de puta, vuela!

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