Acostumbrado a ver el camino y no a recorrerlo, únicamente retengo el punto de partida y el nuevo destino.
Miento; de algún doble stop me acuerdo, y te aseguro que no es casualidad.
Miento; de algún doble stop me acuerdo, y te aseguro que no es casualidad.
Miro por el retrovisor y está lleno de gotas de lluvia, me cuesta reconocer lo que acabo de dejar atrás. Joder, te juro que a veces, y sólo a veces, me gustaría coger a mí el volante y no volver a dejarme llevar, pero….Bueno, ya sabes el porqué.
Paramos en un área de servicio, te bajas del coche y no veo tu rostro, pero sí tu culo. No me resulta familiar. El coche se mueve y cae lentamente; el freno de mano no está puesto. Caigo.
Hasta ahora, todo va bien.
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